La academia ha recorrido un largo camino en nuestro país y en el mundo, distanciándose del intelectual aislado, lejos de la realidad y la práctica cotidiana.
Crecientemente, quienes se dedican a la docencia y la investigación han ido asumiendo que el mundo que estudian es, también, un mundo dentro del cual se encuentran insertos y respecto del cual tienen un rol, traducido en lo que comúnmente se designa “vinculación con el medio”. Esta apertura al entorno incluso ha pasado a ser indicador relevante para las carreras dentro de la academia, y para la certificación institucional desde el punto de vista de la calidad.
La actual reforma a la justicia juvenil que estamos implementando en Chile ofrece innumerables oportunidades de colaboración con la academia. Primeramente, desde el punto de vista de la formación. Para la especialización del sistema, incluyendo la instalación de la mediación penal juvenil como mecanismo, será fundamental que las instituciones de educación superior regionales y nacionales formen, tanto en pre como en postgrado, y asimismo en carreras técnicas, a quienes podrán ejecutar las nuevas normas técnicas y programáticas; y a los fiscales, defensores y jueces dedicados al tema.
A su vez, los espacios de trabajo con jóvenes pueden ser instancias destacadas de práctica profesional, y de servicio hacia la comunidad en la forma de clínicas jurídicas, psicológicas y de otros tipos. En segundo lugar, desde la investigación y la consultoría, esta reforma ya en su diseño contempló la colaboración de reconocidos equipos expertos; y ciertamente la implementación y evaluación de la política pública requerirá de generación de conocimiento, sistematizaciones y levantamientos que muchas veces exceden a los ejecutores. Las tesis y estudios aplicados que puedan abocarse a temáticas relevantes, serán sin duda otra fuente de evidencia fundamental para la toma de decisiones y los rediseños que sea necesario realizar. Por último, los programas de acceso y permanencia a la educación superior debiesen jugar un papel crucial en procesos de jóvenes que buscan construir una trayectoria distinta de la que muchas veces han heredado o recorrido en base a sus condiciones sociales de origen, que les han llevado a involucrarse en delitos.
El llamado entonces es, entonces, a tender puentes entre estos mundos. A esto, y no otra cosa, nos referimos cuando señalamos que la reinserción social es una tarea que no puede conseguir un joven por sí solo, un servicio público de manera aislada, ni el Estado mismo actuando por su cuenta.
Por Rocío Faúndez García
Directora Nacional del Servicio de Reinserción Social Juvenil