Skip to main content

La invitación para que las y los funcionarios participaran en una nueva experiencia pedagógica -dentro de la oferta educativa que se entrega a jóvenes internos en el centro de justicia juvenil de Punta Arenas- solo reunía datos generales: un taller de “aula invertida” en modalidad zancos y batucadas. La convocatoria fue bien recibida por el director regional del servicio, César Montiel, quien motivó a los equipos para aceptar el desafío.

La cita estaba programada en el gimnasio del centro, para lo cual se debía asistir con ropa deportiva y disposición a experimentar algo distinto. ¡Y lo fue! El taller propuso una experiencia educativa transformadora basada en el uso de zancos como herramienta pedagógica, en donde los jóvenes que cumplen medidas y sanciones se convirtieron en facilitadores, enseñando a los profesionales sobre seguridad y estabilización.

“Este enfoque metodológico se inspira en el modelo del ‘aula invertida’, donde se rompe la lógica tradicional del docente que enseña y el estudiante que recibe. Aquí, los jóvenes fueron los protagonistas del saber y la enseñanza, mientras que los profesionales asumieron el rol de aprendices, encargados también de resguardar el cuidado y la seguridad del proceso. De esta manera, el taller se convirtió en una experiencia sin jerarquías, en la cual se dio paso al aprendizaje bidireccional, al liderazgo juvenil en un entorno de cuidado, juego y reflexión”, explicó Alfredo Agüero, profesional de la Unidad de Educación del centro.

“Debo destacar que los jóvenes se mostraron afables, receptivos y motivados al transmitir lo que ellos han ido aprendiendo”, señaló Susan Romo, nutricionista del centro. Otro de los participantes, Diego Subiabre, de la Unidad de Apoyo a la Reinserción, afirmó que “me llena de alegría verlos en instancias donde pueden desenvolverse con otras personas, mostrando sus habilidades y abriéndose a compartir de formas distintas. Durante la actividad, me sentí muy seguro, ya que el joven que me enseñó a usar los zancos me transmitió plena confianza y seguridad. Fue una experiencia enriquecedora y llena de sentido”.

Para el director regional del servicio, César Montiel, “el hecho de que adultos, que son parte de la institución, se subieran a los zancos y fueran cuidados y guiados por los jóvenes, reconfigura roles tradicionales y muestra un ejemplo concreto de cómo se pueden generar vínculos colaborativos. Esta actividad fue además muy emotiva y nos permitió conectar vivencialmente con los chiquillos. Ellos no fueron receptores pasivos, sino facilitadores y cuidadores, lo que fortaleció su autoestima, liderazgo y sentido de responsabilidad”.

La dinámica de trabajo y aprendizaje también incluyó la elaboración de tarjetas con el detalle de las emociones vividas, y un círculo de cierre en el cual los participantes pudieron expresar sus agradecimientos, aprendizajes y sentimientos, lo que permitió integrar lo emocional con lo cognitivo.

Finalmente, los jóvenes mostraron a los asistentes lo aprendido en el taller de batucadas, a cargo del grupo “Sakumba Austral”, que ha apoyado a los jóvenes a través de estas herramientas de educación no tradicional, que fomentan la expresión corporal, la confianza y la cohesión grupal.